Mucho quedará para discutir sobre la finalísima que se jugó entre el Globo y el Fortín. Final sin dudas por demás polémica, a pesar de los varios errores del árbitro. Más allá de esto, Vélez tenía merecido levantar el trofeo del Apertura 09.
Todo comenzó en el final del Apertura 2008, cuando Hugo Tocalli abandonó la conducción técnica del club por los malos resultados obtenidos. Ante la salida del actual técnico del Colo-Colo chileno, el Presidente Fernando Raffaini y el mánager Cristian Bassedas apostaron por Ricardo Gareca, que se encontraba dirigiendo a Universitario de Perú. A su vez consiguieron refuerzos de nivel para intentar el campeonato: llegaron Moralez, Larrivey y Sebastián Domínguez, entre otros. Además apostaron por jugadores de las inferiores, como Otamendi (pilar clave en la defensa fortinera), Razzotti y Cristaldo. De esta manera se formaba el plantel del nuevo campeón argentino.
Su juego no fue muy destacado, pero sus estadísticas son de un digno campeon: 11 partidos ganados, 7 empatados y uno perdido denotan la campaña de campeón de este Vélez que merecidamente se alzó con el Clausura 2009. Además fue el equipo con la valla menos vencida, con tan solo 13 goles en contra.
La pregunta que todos se hacen es por qué si Huracán fue el mejor equipo del campeonato no logró consagrarse: simple, no fue tan sólido, ordenado ni inteligente en el momento preciso, algo que Vélez puso en marcha desde el principio del torneo.
Esto fue posible gracias a un arquero que respondió en las difíciles, una defensa impasable con la dupla Domínguez-Otamendi, con dos laterales que pasaron mucho al ataque (especialmente Papa), un mediocampo que generó juego (Zapata) cuando lo tenía que hacer y que puso cuando había que poner (la excelente dupla Razzotti-Cubero), y una delantera comandada por el uruguayo López (once goles en el torneo). Vélez se convirtió en un equipo casi invencible, difícil para cualquier equipo, que se defendía bien y aprovechaba al máximo las oportunidades de gol que generaba. Obviamente no nos podemos olvidar de Ricardo Gareca, quien entendió a la perfección cada uno de los partidos del torneo, que hizo los cambios que había que hacer para cada momento y que logró suplir las bajas de Somoza y Cabrera. Nada más y nada menos…
POR VALENTINO CASALI
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