jueves, 12 de junio de 2008

POR QUÉ RIVER FUE CAMPEÓN



Pocas personas serían capaces de afirmar que el torneo conseguido por River fue logrado en circunstancias comunes. Un semestre en el que River vivió de todo (una grave interna en la hinchada, una inexplicable eliminación de la Copa Libertadores, reiterados pedidos de renuncia al presidente, dichos de jugadores que los distanciaron de los hinchas entre otras cosas) no puede considerarse como un semestre que se desarrolló normalmente.
De todas formas, River terminó siendo el campeón del Torneo Clausura, lo que invita a descubrir las claves por las cuales este equipo hoy está festejando cuando las cosas podrían ser un verdadero calvario.
En primer lugar, es necesario remarcar que fue un torneo sin claros protagonistas: 6 equipos que suelen ser los animadores de los torneos locales apostaron más que nada a la Copa Libertadores, y los lugares que estos dejaron no pudieron ser aprovechados por equipos como Independiente o Vélez que, disputando un solo torneo, contaban con planteles que pudieron haber hecho algo más.
Entonces, la eliminación de River de la Copa fue un factor fundamental para que el equipo de Simeone pusiera los ojos de lleno en el Clausura.
Pero no alcanza con decir que esta eliminación permitió el campeonato: la forma en la que River fue eliminado produjo un quiebre casi total con la hinchada, hasta hace muy poco el equipo era sinónimo de vergüenza y nadie pudo haber pensado en un conjunto campeón.
Y aquí es donde creo que se presenta la clave más importante, la que realmente permite entender este desenlace.
En esos momentos donde el mundo futbolístico vio al equipo de Núñez en lo más profundo de un pozo del cual era imposible salir, el plantel comprendió que la vergonzosa eliminación podía tener una rápida revancha; se podía demostrar que todavía había orgullo de vestir esa camiseta que tanto pesa.
Simeone podría haber renunciado post caída contra San Lorenzo, Ahumada y Carrizo podrían haberse negado a seguir jugando, no hubiese sido raro una interna dentro del equipo, pero ellos entendieron que la forma era otra.
Claro que sin la buena cantidad de puntos que se consiguieron en las primeras fechas, sin la fantástica consolidación de Diego Buonanotte, sin los destellos del "nacido para River" Ariel Ortega, sin la inteligencia y buen trato de Diego Simeone y sin las fenomenales atajadas de Juan Pablo Carrizo hoy no estaríamos analizando las claves de un River campeón, pero nada de esto hubiera servido sin esa unión, fuerza y compromiso que tuvo el equipo en su conjunto en los peores momentos.
Jugadores la mayoría de experiencia, de un buen pasar económico y con posibilidades en cualquier otro club, prefirieron terminar victoriosos a irse por al puerta de atrás, y la forma en la que lo lograron fue realmente lo más destacable de este River.
No tengo dudas de que más de un hincha no festejó, sigue con bronca, indignación y vergüenza, pero si se detuviera a pensar cómo se dieron las cosas comprendería el verdadero valor de este equipo.
Posiblemente la mayoría hubiese preferido que esto se diera en otras circunstancias, como por ejemplo después de haber sido eliminado en semifinales de la Copa y con la frente alta como su eterno rival (otra de las claves: Boca es el que mejor juega y si hubiera preferido el Torneo, hoy las tapas de los diarios serían azules y amarillas), pero las cosas se desarrollaron de otra manera, y agradezco que todavía hoy en día el fútbol argentino puede seguir presentando cambios repentinos e inesperables que permiten que cada campeonato tenga sus propias emociones y características únicas e irrepetibles.

¡Felicitaciones campeón!


Por Lucas Taskar

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