martes, 21 de abril de 2009

MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

Un partido de lesionados, reencuentros y declaraciones candentes que no tuvo sabor a nada.

Las numerosas lesiones en ambos planteles que le pusieron un toque de suspenso a la participación de algunos jugadores, el reencuentro de Gallardo y Abbondanzieri luego del famoso arañazo y las declaraciones provocativas se sumaron para crear una previa explosiva para un partido que no lo fue.
Se ponía en duda la participación de Diego Buonanotte, que finalmente entró en el segundo tiempo, Riquelme estuvo toda la semana entre algodones y finalmente lo vio desde la platea… Con tantas lesiones era un enigma la formación de los equipos. Además, todo el mundo esperaba ver la actuación de Cristian Fabbiani, por sus declaraciones durante la previa y por su conocida condición de hincha de River. A eso se le sumaba la “pica” entre Gallardo y el arquero de Boca... Todo eso se vio en las tribunas pero en la cancha, nada.
El partido fue cerrado y trabado, en pasajes aburrido, hubo muchos golpes y poco fútbol. En el primer tiempo los dos tuvieron situaciones claras, aunque las más peligrosas fueron de Boca. Hubo muchas infracciones, permitidas por el regular arbitraje de Gustavo Bassi (en las pelotas paradas no se veían más que agarrones).
Luego del largo entretiempo, volvieron los equipos desorganizados, con posibilidades de manejar la pelota pero sin saber cómo hacerlo. El partido se estancaba cada vez más en la mitad de la cancha y se hacía más aburrido. A los 15’ minutos del complemento, Martín Palermo fue quien supo desde afuera del área darle aire al partido abriendo el marcador. El goleador explotó en un festejo en el que lo siguió la cancha en pleno y alejó el riesgo de que el partido cayera en un sopor total. Pero a los pocos minutos, Marcelo Gallardo empató con un gol de tiro libre para poner el 1-1 definitivo.
El juego que no se había visto hasta ese momento tampoco se compensó con corazón, ya que aunque River, con el ingreso de Buonanotte, fue un poco más adelante, en ambos equipos se hicieron cambios defensivos. Tampoco se vio el tan anunciado apasionamiento de Fabbiani -que no fue para nada gravitante-. En resumen, ninguno supo o no quiso sacarse diferencias. Un clásico más, un partido que no tuvo sabor más allá de los medios.

Por Cassandra Orcellet

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